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La guerra geopolítica por quién controle la vacuna contra el COVID-19

Pandemia global con incidencias locales y globales.

Dr. Manuel J. Gazapo Lapayese
Director International Security Observatory @GazapoLapayese @InterSecurObser

Colaborador habitual de ISEN, Centro Universitario, facultad adscrita a la Universidad de Murcia.

Se suele decir que vivimos en un contexto de guerra global permanente y dicha afirmación no resulta exagerada si observamos el panorama internacional: terrorismo, ciberataques, espionaje, conflictos interestatales e intraestatales, enfrentamientos híbridos, escasez de recursos a consecuencia del impacto del cambio climático, etc. A todo este conjunto de riesgos y amenazas que conforman los que podríamos denominar como “contexto de inseguridad contemporáneo”, ahora hemos de añadir un fenómeno que no es nuevo: las epidemias, las pandemias y los futuros virus que están por venir.

En el ámbito de la geopolítica, como han apuntado numerosos y reconocidos investigadores, tanto a nivel teórico como práctico existe una indudable tensión entre la declaración normativa de igualdad esencial entre todos los Estados, y la realidad real que muestra la dramática desigualdad de poder, recursos y capacidades entre los diferentes actores que forman la arena política internacional. Si analizamos el actual escenario geopolítico, el riesgo securitario que representa la COVID-19 está evidenciando de forma dramática que no todos los Estados tienen los mismos recursos o la misma capacidad de trazar alianzas farmacéuticas o sanitarias.

En un momento en el que el SARS-CoV-2 sigue expandiéndose y traspasando fronteras -con la incertidumbre política que eso genera- los Países con más capacidad están compitiendo entre sí para ver quién es el primero en logar la vacuna: Se está trabajando bajo la idea de que “el caballo ganador se lo lleva todo”, lo cual quiere decir que el primero en generar una vacuna valida, fiable y segura obtendrá los puntos suficientes como para optar a la supremacía geopolítica que aún ostenta EEUU como hegemón mundial.

La creciente preocupación de Estados, ciudadanos y empresas por el acceso a la vacuna es síntoma de la internacionalización de una amenaza invisible e intangible que no respeta ni fronteras, ni ideologías. El virus, con su carácter etéreo o “vaporoso”, ha quebrado el statu quo poniendo en crisis a toda la sociedad internacional ya que las barreras geográficas y los límites estatales no pueden detenerlo. Es por ello que de forma explícita EEUURusia China, junto a otros países como Reino Unido, la Unión Europea, India o Cuba, están invirtiendo ingentes cantidades de recursos financieros en la industria farmacéutica con el fin de obtener la vacuna y, especialmente, el indudable benéfico indirecto que ésta otorgará: poder económico, poder comercial, poder diplomático, poder político, poder militar y poder propagandístico.

Dicho de otro modo, la motivación geopolítica más grande que invita a los Estados a competir por ser los primeros en desarrollar y distribuir una vacuna eficaz no radica exclusivamente en el hecho de garantizar la inmunización de sus ciudadanos, sino en la posibilidad de obtener un poder y un reconocimiento global que les situé en una posición más ventajosa en el tablero de juego de las relaciones internacionales.

Si Robert D. Kaplan decía aquello de que “la esencia del poder es influir en el comportamiento del adversario”, ahora el mundo está siendo testigo de una pugna global por conseguir la vacuna, ya que ésta será utilizada por el País que la obtenga como un catalizador de poder mediante el cual hacer efectiva su proyección geoestratégica e influir en las decisiones geopolíticas de sus competidores.

El impacto que ha tenido la COVID-19 ha sorprendido tanto a la población como a los grandes líderes políticos. Esa sorpresa es debida a una deficiente percepción de la situación securitaria actual y a una ineficaz prospectiva o análisis a futuro. Si los riesgos NRBQ ya estaban incluidos en nuestras Estrategias de Seguridad, no es comprensible que una pandemia como la actual nos haya pillado por sorpresa. Con esto no quiero decir que alguien tendría que haber adivinado el futuro para saber que una enfermedad zoonótica como el SARS-CoV-2 iba a aparecer en un mercado de Wuhan, sino que las Estrategias de Seguridad nacionales e internacionales no pueden quedarse en un cajón cogiendo polvo; deben ser utilizadas de forma inteligente y proactiva como guías de acción que nos preparen para lo inesperado.

Como afirma el coronel Pedro Baños, “en un mundo actual de cambio acelerado, ya nada es descartable”, por lo que nuestros líderes y estrategas deben aprender a trabajar en la incertidumbre planteándose cómo reaccionar en los escenarios más imprevisibles y peligrosos. La atmosfera actual en la que nos encontramos sumergidos nos exige plantear hipótesis y dar respuesta a los llamados “cisnes negros”, esto es, aquellos sucesos que pueden acontecer por sorpresa y generar un gran impacto.

Si la guerra tradicional y los conflictos asimétricos requerían una capacidad de permanente adaptación, la lucha contra esta pandemia exige el desarrollo de una verdadera cultura de prevención y gestión de crisis. La pandemia ha demostrado que la mayoría de administraciones internacionales, nacionales y regionales no han tenido una adecuada capacidad de anticipación, reacción, gestión y comunicación. Y no es excusa que el SARS- CoV-2 sea un virus nuevo con una morbilidad y una mortalidad sin precedentes. Urge llevar cabo una accountability o rendición de cuentas para identificar qué es lo que ha fallado a la hora de contener la expansión del virus, y urge llevar a cabo un análisis de riesgos que incluya todos los posibles futuros escenarios con el fin de reaccionar y comunicar convenientemente si alguno de ellos llegara a materializarse.

Hemos de estar preparados tanto para lo ordinario como para lo extraordinario. Hemos de estar capacitados para trabajar en la certidumbre y en la incertidumbre. O desarrollamos una cultura de prevención y gestión de crisis que nos permita anticiparnos de forma eficaz y eficiente, o estamos condenados a sucumbir con cada pandemia.

Curriculum Vitae

D. Manuel J. Gazapo Lapayese, Doctor Ciencias Políticas y de la Administración y Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid, Máster en Asuntos Internacionales por la Universidad Pontificia Comillas ICADE y Graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid. Es diplomado en Economía, Seguridad y Política por Georgetown University. Igualmente, es Diplomado por la Universidad Complutense de Madrid en diferentes áreas de estudio tales como la prevención de conflictos internacionales, seguridad alimentaria, la seguridad internacional o la influencia de los medios de comunicación en las relaciones diplomáticas entre España y los Estados Unidos de América, y colaborador habitual de ISEN, Centro Universitario, facultad adscrita a la Universidad de Murcia.